sábado, 27 de septiembre de 2014

Notas de lectura. La República, libro III.

En el libro III de La República, y respecto a la educación de la ciudad, Platón advierte, de forma polémica, sobre el peligro de las enseñanzas de los poetas, en cuyas obras aparecen hombres dominados por el temor o la risa. Enseñanzas en las que, según Platón, se intenta "persuadir a nuestros jóvenes de que los dioses engendran algo malo y de que los héroes no son en nada mejores que los hombres" (391d); o en la que se muestra que "hay muchos injustos infelices y en cambio justos desdichados, y que cometer injusticias da provecho si pasa inadvertido" (392b). Considera además que la ficción, la mentira, sólo es adecuada a los que gobiernan el Estado, "que frente a sus enemigos o frente a los ciudadanos mienten para beneficio del Estado; a todos los demás les estará vedado" (389b). Advierte Platón que no se debe permitir que "los varones que educamos sean sobornables o apegados a las riquezas". Después de examinar lo que se debe decir, Platón se pone a examinar cómo se debe decir. La cuestión avanza y Platón propone examinar si se ha de admitir o no en su Estado la tragedia y la comedia, girando el debate en torno al problema de la imitación, o sobre el carácter de los cantos y las melodías.

En el Estado platónico, "el hombre no se desdobla ni se multiplica, ya que cada uno hace una sola cosa". En conclusión, señala Platón, en boca de Sócrates, "no sólo a los poetas hemos de supervisar y forzar en sus poemas imágenes de buen carácter -o, en caso contrario, no permitirles componer poemas en nuestro Estado-, sino que debemos supervisar también a los demás artesanos, e impedirles representar, en las imitaciones de los seres vivos, lo malicioso, lo intemperante, lo servil y lo indecente, así como tampoco en las edificaciones o en cualquier otro producto artesanal" (401b). En ese afán por la moderación, Platón expone la idea del "verdadero amor" como aquel que "consiste por naturaleza en amar de forma moderada y armoniosa lo ordenado y bello", algo lejano a la locura o la intemperancia. Así, en el Estado platónico se promulgará una ley "según la cual un amante deberá besar al amado, estar junto a él y acariciarlo como a un hijo, con un propósito noble y si media consentimiento; pero por lo demás su relación con aquel por el cual se preocupa debe ser tal, que nunca se crea que el trato ha ido más lejos. En caso contrario, que afronte el reproche de tosquedad y mal gusto" (403b).

Junto a la educación del alma por la música, a la gimnasia le corresponde el cuidado del cuerpo, deteniéndose en el tipo de alimentación adecuada (404b), pero condenando el cuidado de los mal constituidos físicamente, y la pena de muerte "a los que tengan un alma perversa por naturaleza e incurable" (algo que choca en principio con el intelectualismo moral de su maestro) (410a). Como advierte B. Russell en el primer tomo de su Historia de la Filosofía occidental (2003:157), la música hace referencia a todo el reino de las musas (un concepto casi tan amplio como lo que hoy llamamos cultura); mientras que la gimnasia abarca más que el atletismo moderno. Además, los auxiliares deberán ser educados en servir al Estado, para lo que se les someterá a pruebas, trabajos y competiciones, donde poder observarlo. Y para hacer creíble esta división de tareas entre gobernantes y gobernados, Platón no tiene problemas en recurrir a un mito, a una mentira que, no obstante, estaría justificada por servir a la armonía del Estado: el mito de los metales.
"Vosotros, todos cuantos habitáis en el Estado, sois hermanos. Pero el dios que os modeló puso oro en la mezcla con que se generaron cuantos de vosotros son capaces de gobernar, por lo cual son los que más valen; plata, en cambio, en la de los guardia, y hierro y bronce en las de los labradores y demás artesanos" (415a).
 A pesar de esto, Platón señala que en ocasiones pueden ser engendrados hijos de distinta naturaleza a la de sus padres (y que ocuparían por tanto distinta posición), algo que deberá vigilarse evitando matrimonios en los que se mezclen distintas naturalezas. Por último, los gobernantes no poseerán bienes en privado, salvo los de primera necesidad, ni tendrán morada ni un depósito al que no pueda acceder todo el que quiera. Únicamente a ellos les estará prohibido manipular o tocar el oro o la plata, ni adornarse con ellos.  

Cuestiones para el cuaderno: ¿Por qué considera Platón que se deben expulsar de la ciudad a los "imitadores" o creadores de ficciones? ¿Por qué, en cambio, la mentira puede ser adecuada para los que gobiernan el Estado? ¿Cómo considera Platón que deber ser el "verdadero amor", el amor platónico, y por qué crees que lo sitúa entre dos hombres? ¿Qué opinas sobre el papel del Estado como regulador de los matrimonios entre ciudadanos? ¿Y de la distinta educación y acceso a la propiedad privada entre los distintos grupos sociales?

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