sábado, 28 de enero de 2012

Desobediencia civil

"No es deseable cultivar por la ley un respeto igual al que se acuerda con lo justo"
                                   Henri D. Thoreau


Hemos mencionado alguna vez en clase la cuestión de la desobediencia civil enfrentándola a la defensa que hacía John Locke de la obligación de someterse a la ley establecida en la comunidad política. Y quería explicaros aquí algo más de este concepto. La desobediencia civil es “cualquier acto o proceso de oposición publica a una ley o una política adoptada por un gobierno establecido". En ese acto, se tiene conciencia de su ilegalidad o discutible legalidad, pero es llevada a cabo como denuncia pública de una ley o actuación política de las autoridades que conculcan principios de índole moral (una concepción de la justicia o del bien común).
 
He tomado de wikipedia un breve resumen de la historia de los movimientos de desobediencia civil:
Hacia finales de la década del 50 del siglo XIX, para el año 1849, Henry Thoreau, un ciudadano estadounidense, escribió un pequeño documento llamado “Desobediencia Civil". Thoreau era considerado como una persona excéntrica, de ácidas reflexiones e ingenio inagotable. "Elaboró su reflexión a partir de su rechazo a pagar un impuesto del gobierno de la época destinado a financiar la guerra de Texas contra México, decisión por la cual fue encarcelado y de donde solo salió cuando sus amigos cancelaron la deuda.” Las ideas e intenciones de Thoreau iban mas allá del egoísmo individualista (es decir, no era solo por no querer pagar ese impuesto), sino que cuestionaba la conformidad del gobierno para cobrar impuestos que financiaban una guerra que él consideraba injusta y que, además, avalaba la esclavitud.
Thoreau rechazó muchas de las leyes establecidas en aquella época y creó "un cierto tipo de resistencia no violenta pero contumaz, ni mucho menos pasiva, que tenía mucho de renuncia". Thoreau es considerado hoy como uno de los padres de la desobediencia civil. Sin embargo, no es precisamente innovador cuando reconoce que el gobierno puede estar equivocado y que es legítimo por parte del pueblo rebelarse: El gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios.

Otros desobedientes ilustres fueron Mahatma Gandhi  y Nelson Mandela. Mahatma Gandhi usó esta estrategia en la India, siendo ésta todavía una colonia del Imperio Británico, con el objetivo de lograr la independencia de forma no violenta. Gandhi llamó a boicotear al gobierno colonial inglés, mediante huelgas, movilizaciones y violando la autoridad impuesta, con el objetivo de mostrar que de manera pacífica obtendrían mejores resultados que con la violencia, en donde la superioridad de los ingleses aplastaba cualquier lucha armada.
Otra personalidad destacada en la práctica de la desobediencia civil fue Martin Luther King, líder del Movimiento por los Derechos Civiles, quien predicaba la transgresión pública de las leyes racistas impuestas en su país, Estados Unidos, contra los afroamericanos.
 Cuestiones para el cuaderno: ¿Cuáles crees que son los límites de la práctica de la desobediencia civil? ¿Y cuál crees que es su valor en la convivencia política?

viernes, 27 de enero de 2012

Resumen del Segundo Tratado sobre el gobierno civil, 4ª parte.Y Actualidad: Llorando al dictador

En el capítulo XVIII del Segundo tratado sobre el gobierno civil, John Locke señalaba que la tiranía "es el ejercicio del poder fuera del Derecho, cosa que nadie debe hacer". El gobernante no se guía por la ley, sino por su voluntad. Y Locke se pregunta: ¿se puede ofrecer resistencia, aunque  se corra el peligro de alterar el orden y la autoridad? Locke concede que se puede oponer la fuerza a la fuerza injusta e ilegal. Aunque, a continuación, señala que "esta teoría de la legitimidad de la resistencia no puede poner en peligro al primer magistrado, ni desorganizar el gobierno por cuestiones baladíes". Locke parece querer distinguir entre la responsabilidad del rey -al que hay que intentar salvaguardar su autoridad- y la de los que cumplen sus mandatos. También considera que para legitimar esa resistencia, el daño debe ir más allá de algunos casos particulares, y debe alcanzar a la mayoría del pueblo, o constituir una amenaza para todos.
En el capítulo XIX, Locke continúa escribiendo sobre la cuestión de la disolución del gobierno, cuando el poder legislativo, al que considera el alma de la comunidad política, ha sido derribado o disuelto. Locke hace aquí referencia al modelo inglés, en el que el poder legislativo es ejercido simultáneamente por el monarca, una asamblea constituida por la nobleza hereditaria y una asamblea de representantes elegida temporalmente por el pueblo. En este modelo, ni el rey puede disolver las otras dos partes del poder legislativo, ni éstas alterar el poder legislativo en contra o sin el apoyo del monarca. Locke añade que cuando los legisladores intentan arrebatar al pueblo sus propiedades, o someterlo a la esclavitud de un poder arbitrario, "se colocan en estado de guerra con el pueblo, y éste queda libre de seguir obedeciéndole".
"Se me dirá, quizá, -afirma Locke- que siendo como es ignorante el pueblo, y viviendo en un estado de perpetua insatisfacción, colocar la base del gobierno en esa opinión pública inconstante y en el humor caprichoso del pueblo sería exponer aquel a una ruina segura". Pero, señala como respuesta Locke a esta objeción, "no es cosa tan fácil, como algunos sugieren, sacar al pueblo de sus formas sociales establecidas": "Los pueblos son capaces de soportar sin rebelarse y sin murmurar grandes errores de sus gobernantes, muchas leyes injustas y molestas y todos los deslices a que está expuesta la fragilidad humana". Esta "abulia y lentitud del pueblo" para cambiar los gobiernos a pesar de las provocaciones y el maltrato de sus gobernantes, no evitará que anhele y busque la oportunidad de liberarse de tan pesada carga.
Ante los que podían achacar a Locke que su teoría podía ser una "fuente de rebeliones", "al enseñar al pueblo que, en caso de lesionadas ilegalmente sus libertades o sus bienes, queda revelado de toda obediencia", Locke responde preguntando si es la desobediencia o la opresión la iniciadora del desorden. No hay que culpar de éste último a los que defienden su derecho, sino a quienes atropellan el de la comunidad.
En apoyo de sus ideas, Locke cita extensamente a otro autor, Barclay, "el gran campeón de la monarquía absoluta", que también se vio forzado a reconocer que en algunos casos se puede ofrecer resistencia al rey.  Pero queda una última cuestión: ¿quién puede juzgar si el rey o el poder legislativo obra en contra de la misión que se les ha confiado? Locke responde con rotundidad: el conjunto del pueblo. ¿Y si el príncipe o el legislador no reconoce semejante tribunal? Entonces, señala Locke, en ese estado de guerra, en el recurso a la fuerza, sólo queda "apelar al Cielo".

La identificación de la autoridad del gobernante con el orden y la paz en la comunidad ha llevado a peligrosas identificaciones entre la persona del gobernante y la comunidad política. ¿Es cierto, como afirma Locke, que el pueblo "es siempre más propenso a aguantar las injusticias que a luchar en defensa de sus derechos"?. Veamos estos ejemplos:

Muchos norcoreanos lloraron recientemente la muerte del presidente Kim Jong-Il provocada por una crisis cardíaca. Los medios oficiales del país, como la agencia KCNA, instrumento de propaganda del régimen, se encargaron de mostrar la tristeza del pueblo.

Muchos españoles también lloraron la muerte del dictador Francisco Franco en
1975.



 Etienne de la Boétie, en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria se preguntaba cómo es posible que la mayoría obedezca a una sola persona, no sólo la obedezca sino que la sirva, y no sólo que la sirva sino que quiera servirla.

Cuestiones para el cuaderno: Viendo estas imágenes, y al hilo de lo que comentamos en clase en torno a la legitimidad del poder, sus límites, la obediencia o la desobediencia a las normas de la comunidad política.., ¿por qué crees que esas personas lloran la muerte de un dictador? ¿Hasta qué punto crees que influye el aparato de propaganda o un verdadero sentimiento de identificación alienante con el dictador?
¿Qué opinas sobre la posición de Locke frente a la tiranía y el derecho de desobediencia del pueblo?

Resumen del Segundo ensayo sobre el gobierno civil, 3ª parte.

En el capítulo XIII, Locke detalla la subordinación de los poderes de la comunidad política. Aclara que el poder legislativo, "al que todos los demás se encuentran y deben estar subordinados", es, no obstante, un poder delegado por el pueblo, que puede así "apartar o cambiar los legisladores, si considera que actúan de una manera contraria a la misión que se les ha confiado". Frente al modelo de Hobbes, de cesión de derechos al gobernante, Locke considera que la comunidad "conserva perpetuamente el poder supremo de sustraerse a las tentativas y maquinaciones de cualquier persona" que atente a las libertades y propiedades de los individuos. No obstante, Locke señala que ese poder supremo del pueblo sólo se puede ejercer cuando el gobierno quede disuelto, y no cuando el pueblo se encuentre bajo alguna forma concreta de gobierno (cuando haya delegado su poder).
La superioridad el poder legislativo puede intentar verse limitada por el poder ejecutivo, que disponiendo de la fuerza de la comunidad política, puede intentar impedir su actuación (como hacían con frecuencia los monarcas absolutos de la época, al no convocar al Parlamento). Pero con ello, advierte Locke, se coloca en estado de guerra contra el pueblo, y "éste tiene derecho entonces a restablecer al cuerpo legislativo en el ejercicio de sus facultades". Locke admite, no obstante, las dos posibilidades: el señalar periodos para la reunión de los legisladores o dejar al monarca libertad para convocarlos, o mezclar ambos sistemas. Además, Locke considera que en la constitución de la asamblea legislativa debería pesar más la razón y la auténtica proporción respecto a la población que la costumbre. Pues como advierte bien Locke, "se conservan costumbres que perdieron su razón de ser".

En el capítulo XIV, sobre las prerrogativas, Locke considera la necesidad de que algunas cuestiones queden bajo el buen juicio de la persona que ejerce el poder ejecutivo, pues "el poder legislativo no puede prever y proveer por medio de leyes a todo lo que puede necesitar la comunidad": "A esta facultad de actuar en favor del bien público siguiendo los dictados de la discreción, sin esperar los mandatos de la ley, e incluso en contra de ellos, se le llama prerrogativa". Es decir, hay que dejar "cierta holgura al poder ejecutivo para que realice a su elección muchas cosas que la ley no ordena", siempre que emplee esta facultad en beneficio de la comunidad. En "la infancia de los gobiernos" señala Locke, cuando las comunidades políticas no se diferenciaban de la familiares, cuando los gobernantes eran "algo así como los padres de los súbditos que sólo se preocupaban del bien de éstos, el gobierno era casi todo él prerrogativa". Pero, más tarde, el pueblo vio la necesidad de reglamentar la prerrogativa y marcarle límites. Locke rechaza así el poder arbitrario que algunos príncipes se otorgan basándose en el derecho divino, y reclama el poder del pueblo de recobrar su derecho primitivo. En el capítulo XV, Locke intenta resolver los graves errores acerca del gobierno que considera que han surgido de confundir los poderes paternal, político y despótico. Según Locke, la Naturaleza otorga el poder paternal al padre y a la madre en beneficio de sus hijos, durante la minoría de edad de éstos. Un acuerdo mutuo otorga el segundo poder, el poder político, a los gobernantes, en beneficio de sus súbditos, "para conseguirles la seguridad en la posesión y el disfrute de sus propiedades". Por último, el poder despótico consistiría en el secuestro de la libertad de otra persona, algo que sólo existe "cuando un agresor ha perdido el derecho a la vida al colocarse en estado de guerra con alguien": "Los prisioneros capturados en una guerra justa y legítima, y solamente ellos, se encuentran sometidos a un poder despótico que no nace ni puede nacer de un pacto, sino que es en el fondo una prolongación del estado de guerra". Este poder de los amos se realiza "para su propio beneficio sobre aquellos que se encuentran privados de libertad". Locke insiste en el diferente alcance, origen y finalidad de estos poderes: "El poder paternal no existe sino donde la minoría de edad hace del niño incapaz de cuidar por sí mismo de su propiedad; el poder político allí donde los hombres pueden disponer de sus propiedades; y el poder despótico no existe sino sobre aquellos hombres que no tienen ninguna propiedad".

El capítulo XVI, que trata de la conquista, arranca con una crítica a Hobbes, a "aquellos que consideran la conquista como una de las fuentes del poder civil", y que confunden "la fuerza de las armas con el consentimiento". Locke, además, expone una teoría que él mismo reconoce que puede resultar sorprendente para su época, y es la que afirma que el poder despótico de un conquistador afecta a aquellos a quienes vence en una "guerra justa", pero "no le da derecho ni título alguno sobre sus posesiones". Así, puesto que los hijos no son responsables de las faltas cometidas por los padres, las propiedades de éstos últimos siguen perteneciendo a los hijos; en caso contrario, a la tiranía se uniría la usurpación (capítulo XVII). La propiedad hereditaria sobrepasa así -para Locke- hasta el mismo derecho de conquista. Todos los hombres nacen para Locke con un doble derecho: la libertad de su propia persona y el derecho de heredar con sus hermanos los bienes de su padre. El capítulo concluye con una defensa del derecho de rebelión: "De donde se deduce con claridad que derribar un poder que se ha impuesto a viva fuerza y no mediante derecho no constituye pecado a ojos de Dios, aunque se le moteje de rebelión. Todo lo contrario; Dios autoriza y lo aprueba, aunque hayan mediado promesas y pactos, si éstos han sido arrancados a la fuerza".

Cuestiones para el cuaderno:  ¿Qué piensas sobre la distribución de poderes en el gobierno que plantea Locke? ¿Y sobre las prerrogativas del gobernante? ¿Qué opinas sobre el derecho de conquista y de rebelión?

Resumen del "Segundo tratado sobre el gobierno civil", IIª parte

En el capítulo VIII, Locke vuelve sobre el origen de las sociedades políticas, e insiste en la necesidad del consentimiento de sus miembros al "someterse al poder político de otros" y salir del estado de naturaleza. Con ello conseguirían tres objetivos: "una vida cómoda, segura y pacífica de unos con otros", "el disfrute tranquilo de sus bienes propios" y la protección frente a miembros de otras comunidades. Para ello, deben actuar "como un solo cuerpo", en el que "la mayoría tiene el derecho de regir y obligar a todos" (ante la imposibilidad de alcanzar un consentimiento unánime, dada la variedad de intereses y opiniones dentro de la comunidad).
El propio Locke reconoce dos posibles objeciones a su planteamiento:
1. No existen ejemplos en la historia de sociedades políticas formadas por consentimiento.
2. La mayoría de las personas han nacido bajo un gobierno, sometidos al mismo, y no gozan de libertad para crear uno nuevo.
     Respecto a la primera objeción, Locke menciona los casos de Roma y Venecia o los de muchas partes de América ("que sigue siendo todavía un modelo de lo que fueron las épocas primitivas en Asia y Europa"). Si en un principio estos pueblos dieron su consentimiento al poder soberano del padre o a manos de una persona virtuosa, en épocas posteriores "la ambición y el anhelo de goces" llevó a intentar retener y acrecentar el poder, olvidando las tareas para las que había sido creado. Entonces fue "cuando los hombres  creyeron necesario examinar los orígenes y derechos del gobierno". Y entre otras, se introdujeron las ideas, presentes en la época de Locke, de que la monarquía fuese de derecho divino y que el poder paterno fuese la base de toda clase de gobiernos.
    En relación con la segunda objeción, Locke rechaza la idea anterior de que el derecho del padre transmitido  a sus herederos sea lo que diera origen a los gobiernos. Según Locke, cuando el niño sale de la tutela paterna es libre para someterse al gobierno que quiera, "para someterse al cuerpo político que desea", para lo que sería necesario un "compromiso positivo, promesa expresa o pacto". Pues el hecho de vivir y someterse a las leyes de otro país no les convierte en miembros de dicha sociedad, a la que "el extranjero" simplemente da su consentimiento tácito de someterse a las leyes de la comunidad mientras mantenga bienes y posesiones en su territorio.


En el capítulo IX, Locke vuelve a insistir en que la finalidad máxima y principal del Estado es la salvaguardia de los bienes de sus miembros, una salvaguardia "muy incompleta en el estado de Naturaleza". Y es que, aunque la ley natural es "clara e inteligible para todas las criaturas racionales", el interés o la ignorancia de algunos hombres hacen que no la reconozcan como norma obligatoria. Tampoco existe, en el estado de Naturaleza, un juez reconocido e imparcial, ni un poder suficiente que respalde la sentencia y la ejecute debidamente.

En el capítulo X, Locke clasifica las formas de gobierno según quién disponga de la facultad de hacer leyes: por medio de funcionarios nombrados por la comunidad (democracia); en manos de unos pocos hombres selectos, y sus herederos y sucesores (oligarquía); o en manos de un solo hombre (monarquía hereditario o electiva). La forma de gobierno dependerá, pues, de donde se coloque el poder supremo, que para Locke es el legislativo. El pueblo, al señalar en qué manos debe estar el poder legislativo, es el único que puede señalar cuál es la forma de gobierno de la comunidad política.
Sobre la importancia y alcance de esto poder, volverá a insistir en el capítulo XI. En él, Locke subraya que, al entrar en sociedad no desparecen las obligaciones que dimanan de la ley natural, que subsiste como "norma eterna de todos los hombres, sin exceptuar a los legisladores". Y añade algo interesante: "Siendo la ley fundamental de la Naturaleza la conservación del género humano, no tiene validez frente a ella ningún decreto humano". Pero también añade Locke que "como la ley natural no es una ley escrita, y sólo puede encontrarse dentro de la mente de los hombres, no es fácil convencer de su error, allí donde no hay jueces establecidos, a quienes por apasionamiento o interés la tergiversan y la equivocan".
Son interesantes también los límites que Locke impone al poder legislativo:
1. "Tienen que gobernar de acuerdo con leyes establecidas y promulgadas, que no deberán ser modificadas en casos particulares, y tendrán que ser idénticas para el rico y para el pobre, para el favorito que está en la Corte y para el labrador que empuña el arado".
2. "Tales leyes no tendrán otra finalidad, en último término, que el bien del pueblo".
3. "No se deberán percibir impuestos sobre los bienes del pueblo sin el consentimiento de éste, que lo dará directamente o por medio de sus representantes".
4. "El poder legislativo no debe ni puede transferir la facultad de hacer leyes a ninguna otra persona; tiene que dejarla allí donde el pueblo la situó".

En el capítulo XII, del que hemos leído en clase algún fragmento, Locke señala la división entre el poder legislativo, el ejecutivo y el federativo. Locke afirma que no es conveniente "confiar la tarea de ejecutar las leyes a las mismas personas que tienen la misión de hacerlas"; y para ello utiliza un argumento de base psicológica: "Pues sería una tentación demasiado fuerte para la debilidad humana, que tiene tendencia a aferrarse al poder". Los legisladores pasan así a estar sujetos a las leyes que ellos han promulgado. Además, mientras el poder legislativo actuaría intermitentemente, el poder ejecutivo es un poder permanente, pues debe cuidar de la ejecución de las leyes mientras estén vigentes. El poder federativo, por otra parte, es el que lleva consigo el derecho de la guerra y de la paz, el de constituir ligas y alianzas con personas y comunidades políticas ajenas. Tiene a su cargo los intereses  y la seguridad de la población en el exterior. Según Locke, este poder es más difícil de reglamentar mediante leyes positivas, y es imprescindible confiarlo a la prudencia y sabiduría de quienes están encargados para ejercerlo para el bien público. Para Locke, el poder ejecutivo y federativo son distintos, pero resulta difícil separarlos y ponerlos en manos de distintas personas.

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué opinas de la respuestas de Locke a las objeciones a su teoría del consentimiento como base de la comunidad política? ¿Y de su concepción de la división de poderes?

domingo, 22 de enero de 2012

Críticas al liberalismo, I

Hemos visto en el texto de John Locke (Segundo tratado sobre el gobierno civil) cómo la cuestión del gobierno político se centra en el problema de la soberanía y la necesidad de fundamentar la legitimidad del poder. Se trata de mostrar el ejercicio legítimo del poder por los gobernantes y la obligación legal de los ciudadanos de obedecer las normas de la comunidad política. Desde Hobbes se trata de intentar resolver el problema de "cómo a partir de la multiplicidad de individuos y voluntades puede formarse una voluntad única".

El filósofo francés Michel Foucault (lección 14 enero 1976, Collège de France) ha señalado que "desde el Medioevo, la elaboración del pensamiento jurídico se hizo esencialmente en torno al poder real". La reactivación del derecho romano en el siglo XII fue "uno de los instrumentos técnicos que constituyeron el poder monárquico autoritario, el administrativo y absoluto. Y en el siglo XVIII, un modelo alternativo, la monarquía parlamentaria".
Según Foucault, la teoría de la soberanía persiste todavía hoy "como ideología y principio de organización de los grandes códigos jurídicos", pero el ejercicio del poder se ejerce también en otro límite, el del que denomina poder disciplinario o de normalización, un conjunto de sujeciones múltiples o mecanismos de control y vigilancia que constituyen, no sin resistencias, nuestros cuerpos y nuestras conductas: un aparato de saber y poder, un conjunto de técnicas de registro, métodos de observación o aparatos de verificación, que configuran históricamente nuestra percepción social y como individuos.

Desde que el lema feminista "the personal is the political" se extendió entre los años 60 y 70 del siglo XX, el poder ya no se identifica solamente con los partidos políticos o la cuestión de quién posee el poder en el Estado, sino que también abarca la dinámica de las relaciones de poder que construyen la experiencia cotidiana de los individuos (las relaciones intra-familiares y sus distintos modelos, los sistemas de salud y terapéuticos, los aparatos educativos, las relaciones de género, la construcción de la identidad sexual, etc.). La lucha política, desde los años 60 ya no se puede reducir a la toma del poder del Estado, sino a la lucha contra todas las formas de dominación y de explotación que, en nuestra sociedad y en nuestra época histórica, intentan conformar nuestra identidad como "sujetos" marcando los límites de la exclusión (como los que delimitan lo normal y lo patológico, la locura, la desviación moral o sexual...). Las luchas políticas, en estos años sesenta, se ampliaron al feminismo, los movimientos de liberación sexual, la antipsiquiatría, la lucha contra las prisiones, contra el autoritarismo de los modelos familiar y educativos existentes, contra la explotación laboral, etc. Y en esa herencia seguimos. A pesar de todo.

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué posibles críticas podemos hacer, desde la actualidad, al planteamiento de Locke sobre la soberanía ?

miércoles, 18 de enero de 2012

Resumen del Segundo Tratado sobre el gobierno, Iª parte :-)

"Un ensayo sobre el verdadero origen, alcance y fin del gobierno civil". Este es el subtítulo del Segundo tratado sobre el gobierno escrito por John Locke y publicado en 1690, tras el triunfo de la Revolución Gloriosa en Inglaterra. Ésta es una obra central del pensamiento político occidental, referencia teórica de muchos movimientos civiles desarrollados en los años posteriores.
Los principales puntos de esta obra son la fundación del Estado sobre el respeto a los derechos naturales del individuo, la condena del gobierno despótico y la moralización de los presupuestos del contrato social. Esta primera tentativa de ordenación de los fundamentos teóricos de liberalismo moderno aparecerá se gestará en un contexto de tensiones políticas (entre la Corona y el Parlamento) y religiosas (problemas de convivencia y tolerancia entre los credos) en Inglaterra.

En el Segundo tratado, Locke comienza diferenciando el poder político del poder paternal, una cuestión que luegos veremos desarrollar mejor en otros capítulos de su libro.
En el capítulo II Locke entra en una cuestión central en su teoría política, el debate sobre el estado de naturaleza, un estado anterior a la comunidad política, pre-político podríamos decir, regido por la ley natural y en el que los individuos son libres e iguales (ausencia de jerarquías políticas). Los seres humanos viven en completa libertad e igualdad dentro de los límites de la ley natural (racional). Esta ley autoriza a las personas a garantizar su propia supervivencia, su libertad y sus bienes, ejerciendo el derecho de reparación y represión, convirtiéndose en ejecutor de la ley natural. Pero esta condición no es perfecta, pues al convertirse en juez de su propia causa puede caer en parcialidad y violencia. Debe existir una norma pública que exiga esa proporcionalidad en el castigo, así como una fuerza de castigo colectiva capaz de hacer cumplir los ordenamientos de la ley natural que no todos los hombres ven con la misma claridad. No todos los hombres, señala Locke "observan estrictamente los modales de la equidad y la justicia", por lo que el estado de naturaleza "resulta muy peligroso" y está lleno de peligros. Por tanto, no es, como señalaba Hobbes, la inclinación egoísta de la naturaleza humana lo que hace necesaria la sociedad civil, sino la imposibilidad legal del estado de naturaleza para defenderse de la arbitrariedad. Otra cuestión, que ya se plantea Locke en el mismo capítulo II es si existen o existieron alguna vez hombres en ese estado de naturaleza. Locke afirma que "todos permanecemos en ese estado hasta que por plena voluntad nos convertimos en miembros de una sociedad política". El debate sobre el estado de naturaleza conecta, como refleja el propio texto de Locke, con las narraciones de viajeros europeos sobre los pueblos "salvajes" o en la experiencia de los colonizadores, especialmente en América.
En el capítulo III, Locke entra a considerar el "estado de guerra" que Hobbes identificaba con el estado de naturaleza. Locke considera que es un estado diferente, el de aquellos "que no se someten a la ley natural de la razón", el de una "fuerza ilegal contra la persona física de un hombre, con o sin un juez común" (es decir, en estado de naturaleza o fuera de él). Una de estas formas de violencia es la esclavitud, que Locke trata en el capítulo IV, y cuya auténtica condición considera que es "la prolongación de un estado de guerra entre un vencedor legítimo y un cautivo". Fuera de ésta situación, Locke afirma que existe una "libertad natural" que no reconoce otra ley para su conducta que la de la naturaleza; y una "libertad en sociedad" que consiste en "no someterse a otro poder legislativo que el que se establece por consentimiento dentro del Estado". En el capítulo V, Locke habla de uno de los que considera "derechos naturales", el derecho a la propiedad. Según Locke, la tierra pertenece al común del género humano. Hasta somos propietarios de nuestra propia persona. El trabajo, por otro lado, es considerado como algo que añade o agrega algo a la mercancía, y que, por ello, la excluye del derecho común de los demás. Es curioso esta identificación entre el trabajo y la propiedad privada, enfrentada a la larga tradición del trabajo colectivo. No obstante, Locke indica que el derecho a la propiedad posee un límite fijado por la razón: "Podemos apropiarnos de las cosas por el trabajo en la medida exacta en que nos es posible utilizarlas con provecho". "Dios -señala Locke- dio la tierra para el hombre trabajador y racional, no para el capricho de la avaricia...". No están mal estas consideraciones morales sobre el derecho a la propiedad, pero a continuación, Locke afirma que "la tierra no puede permanecer siempre como propiedad común y sin cultivar" (dos aspectos que no son incompatibles, pero que además podría justificar el robo y la explotación de las tierras de los pueblos colonizados por los europeos). En tiempos "primitivos", señala Locke, "todo el mundo era una especie de América", la medida de la propiedad lo señalaba la naturaleza, limitándola a lo que alcanzaba el trabajo de un hombre y las necesidades de la vida, lo que limitaba las posesiones de cada hombre a una proporción muy moderada. Tampoco tenían "la tentación de trabajar para conseguir más de lo que podían consumir", siendo fraudulento, "apropiarse de más de lo que necesitaba". Pero la invención del dinero estableció más tarde "las grandes posesiones y el derecho a ellas", lo que alteró el valor intrínseco de las cosas (su utilidad para la vida humana) y fomentó el "ansia de poseer más de lo que cada cual necesitaba".
En el capítulo VI, Locke vuelve a la cuestión del poder paternal, que considera muy diferente del poder político, aunque el primero sirva en ocasiones de fundamento a los reinos hereditarios o electivos. Aunque los hijos "sin uso de razón", los idiotas y los locos no se libran nunca del gobierno de los padres, el poder paternal no es, en general, "una jurisdicción absoluta y perpetua".
El capítulo VII trata "De la sociedad política o civil". Comienza analizando las relaciones de poder en la sociedad del hombre y la mujer, de los padres y los hijos, y del amo y el siervo. Respecto a éstas últimas, Locke señala en referencia a los esclavos que "se trata de cautivos hechos en una guerra justa, por el derecho natural, y sometidos al dominio absoluto y al poder arbitrario de sus amos... Perdieron el derecho a la vida y a sus libertades al mismo tiempo que sus bienes, y como su condición de esclavos los hace incapaces de poseer ninguna propiedad, no pueden ser considerados, dentro de ese estado, como partes de una sociedad civil, ya que la finalidad primordial de ésta es la defensa de la propiedad" (fg. 85). Conviene recordar a este respecto el trágico tráfico de esclavos que, desde el siglo XVI a la primera mitad del XIX, envió a las plantaciones americanas a un gran número de africanos. Hacia el siglo XVII hubo un gran incremento en el número de esclavos debido a su importancia como mano de obra, en las explotaciones agrícolas de gran extensión (sistema de plantaciones) en América del Norte, del Sur y, principalmente, en el Caribe. No hay consenso sobre las cifras de la esclavitud en Época moderna, se han propuesto 60 millones de secuestrados, de los cuales 24 millones fueron a parar a América, 12 millones a Asia y 7 millones a Europa, mientras que los 17 millones restantes fallecerían en las travesías. Este incremento en el comercio negrero fue acompañado, en la mayoría de los casos, por una fuerte ideología racista: los negros eran considerados seres inferiores, asimilados frecuentemente a animales, sin tan siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto considerados, jurídicamente, como cosas (Fuente: wikipedia).
Locke insiste a continuación en la diferencia entre la sociedad política y la sociedad familiar (o de otro tipo). En la primera la comunidad se convierte en árbitro, cediendo el individuo su poder de ejecutar la ley natural. Subraya también la incompatibilidad de la sociedad civil con la monarquía absoluta, pues "el príncipe absoluto reúne en sí mismo el poder legislativo y ejecutivo sin participación de nadie".  El poder legislativo, subraya Locke, debe estar colocado en manos de cuerpos colectivos ("llámese Senado, Parlamento o lo que mejor parezca"): "Nadie puede sustraerse por su propia autoridad a la fuerza de la ley".

Cuestiones para el cuaderno: ¿Qué opinas sobre el polémico concepto de estado de naturaleza que utiliza Locke? ¿Y sobre su concepto de trabajo y propiedad? ¿Y sobre su idea de esclavitud?

domingo, 15 de enero de 2012

Juego de peleas entre filósofos

Para desahogarte de vez en cuando, y descargar tu enfado con algún autor, puedes jugar a Filosofighters. Las peleas no son dialécticas, sino a patadas y puñetazos, pero por desgracia de eso tratan la mayoría de los juegos en internet. Las instrucciones están en portugués, aunque se entienden muy bien. Y de paso, entre patada y puñetazo, repasáis algunas ideas de los autores.

viernes, 6 de enero de 2012

John Locke y la concepción moderna del poder y del Estado :-)

En la Edad Moderna, la sociedad no se fundamentará ya en su carácter natural, como en Aristóteles o Tomás de Aquino, basándose en la igualmente natural sociabilidad del ser humano, sino que pasó a ser justificada a partir de la voluntad constitutiva de sus miembros. La legitimidad del poder se basó entonces en la voluntad de los ciudadanos. La sociedad no es ya percibida como algo natural sino como una creación humana, un fenómeno de carácter histórico. Su organización es consecuencia de la voluntad de los seres humanos, como también la forma en que se ejerce el poder.

Antes de Locke, Thomas Hobbes (1588-1679) defendería la monarquía absoluta desde la manifiesta conformidad fundante de los súbditos, desplazando así argumentos tradicionales de la legitimidad política, como el origen divino del poder. Hobbes no valida el absolutismo monárquico en ley divina alguna, sino en la mera conveniencia, el instinto de supervivencia y el egoísmo, lo que hizo que no fuera bien visto por la Corte. Aunque Locke defiende un modelo político diferente, el gobierno liberal, comparte algunos postulados de Hobbes sobre el origen de la sociedad y el poder, su legitimidad y los límites de su ejercicio. Uno de esos postulados es el controvertido "estado de naturaleza": "No había ninguna evidencia de que tal estado de naturaleza hubiera existido, aun cuando precisamente los nuevos descubrimientos geográficos de la época podían excitar la imaginación sobre cómo podía haber sido". Más tarde, el filósofo francés J. J. Rousseau, que volvió a retomar la cuestión, "señaló que era imposible imaginar esa situación, salvo a efectos discursivos, ya que los casos de más primitivismo conocidos ya contemplaban algunas fases de integración social" (E. Guerrero Salom:1987).
A diferencia de Hobbes, en Locke el poder está limitado por la voluntad de los súbditos. El poder lo reciben de los ciudadanos las instituciones que lo ejercen, pero es un acto no de entrega irreversible, sino de delegación. Si no se ejerce conforme a los principios con los que se ha abordado esa delegación pueden retirarla los ciudadanos y entregársela a otros. No es sólo, pues, una técnica de organizar la sociedad, sino sobre todo una forma de limitar el poder. "En el esquema de Locke están contenidos los límites de la acción del Estado, una estructura puesta al servicio de la garantía de los derechos individuales, derechos que en esa línea de pensamiento reclaman la abstención del Estado. Libertad de pensamiento, de crítica, de religión y de propiedad privada. Eso es lo que toda sociedad ha de defender" (E. Guerrero Salom: 1987).

Cuestiones: ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre la teoría del contrato social de Hobbes y Locke? ¿Cuál es la problemática del concepto de "estado de naturaleza"?