viernes, 25 de septiembre de 2015

Contexto filosófico de la filosofía platónica

Del Mito al Logos.
Las primeras respuestas a las preguntas del hombre fueron de carácter mítico-poético: los textos de Homero de Hesíodo recogían todo lo que los griegos del siglo VII a.C. necesitaban saber. Allí se explicaba el origen del mundo, de los seres humanos, de como debemos comportarnos. Las explicaciones que se dan en esos textos a las cosas pasan siempre por la intervención de los dioses.
El surgimiento de la filosofía se caracteriza habitualmente como el paso del mito al logos que significa palabra, ley, razón. El universo para el pensamiento filosófico es un cosmos, lo que significa que el universo está ordenado por una ley que rige los cambios que se producen en el universo. Esos cambios conforman las physis (naturaleza). La ley que rige el universo está por detrás de todos esos cambios; con ellos surge el problema de la apariencia y la realidad de las cosas, de ahí surge la pregunta por el arjé o principio de todas las cosas, del cual proviene todo, y todo lo que muere volverá a él.

martes, 22 de septiembre de 2015

El problema de la realidad y del conocimiento.

Para comenzar a plantearnos el problema de la realidad y la apariencia, nuestro conocimiento de esa realidad y sus límites, podemos intentar debatir sobre estas cuestiones:
- ¿El ser humano es capaz de comprender la naturaleza? ¿La realidad es tal y como la percibimos?
- ¿Qué conocemos: las cosas o las ideas que tenemos de las cosas? (Platón)
- ¿Existe una realidad de manera independiente a la naturaleza humana?:  Cuando se cae un árbol en el bosque, ¿suena?
- ¿Sigue una regularidad la naturaleza, o es azarosa e impredicible (y vano entonces nuestro intento de buscar en ella regularidades o leyes)?
- ¿Existen dimensiones de lo real incognoscibles para nosotros?
-¿El límite de nuestro conocimiento es el límite de la ciencia? ¿El límite de nuestro conocimiento de la realidad viene marcado por la razón, por el conocimiento científico y filosófico? ¿O existen otras vías de conocimiento de la realidad? ¿Aportan verdadero conocimiento la religión, el mito o las pseudociencias?

martes, 15 de septiembre de 2015

¿Y tú qué piensas?

Esta pregunta suele dejar indefenso al alumno o alumna ante el profesor y la clase. ¿Que qué pienso yo? ¿Yo qué sé? Dígame usted la respuesta. Yo no sé filosofía todavía.
Y es que -piensan algunos- ¿qué valor tiene una asignatura en la que cualquier alumno puede dar su opinión o valoración personal sobre lo que en ella se expone? ¿Qué objetividad y rigor tiene entonces lo que yo aprendo en esta asignatura? 

Pero esta es la cuestión clave de esta asignatura: ¿Y tú qué piensas? (respecto a cualquier cuestión expuesta en clase). Se trata de recurrir a vuestra capacidad crítica y reflexiva, a impulsar la capacidad de argumentación, de escuchar otras posturas, así como la defensa razonada de las propias ideas.

Pero la fortaleza que esta tarea da a la filosofía es en ocasiones, en nuestros días, también su debilidad. Si pensar es "aburrido" y argumentar tus ideas o valores, innecesario -como sostienen algunas personas- la tarea de la filosofía se antoja difícil en ellas. El problema de no pensar por uno mismo es que normalmente los demás piensan por ti. O como decía Alicia en el país de las maravillas, si todo da igual, si no puedo preferir razonadamente un argumento a otro, un valor a otro diferente, sólo nos queda preguntar: ¿Y aquí quién manda?

Además, en una enseñanza en la que todo debe ser evaluado al instante, en el que todo debe llevar su nota, algunos alumnos y alumnas plantean cierta inquietud y desconfianza ante este tipo de cuestiones "reflexivas": ¿Cuál debe ser mi opinión o valoración para ser valorada positivamente por el profesor? ¿La del mismo profesor, la que aparezca expuesta en algunos apuntes algo fiables o realmente lo que yo pienso?
Pero, al igual que en la vida, si vivimos pendientes de lo que las demás personas pueden esperar de nosotros o valorarnos, no sabremos al final ni qué es lo que pensamos, ni quiénes somos. Creo que es un buen ejercicio el aprender a tener el valor de exponer nuestras propias ideas y argumentos aunque no reciban la aprobación de quien nos escucha o valora (si no, acabaremos como Gollum en El señor de los Anillos, que intenta por un lado satisfacer a su señor y por otro destruirlo ); y que es más fácil argumentar ideas que entiendes que aquellas que simplemente has escuchado más.
 No obstante, resulta paradójico, como veréis, que en el modelo de examen para selectividad, la cuestión relativa a la valoración personal en el comentario de texto apenas tiene presencia. En el modelo francés, y del bachillerato internacional, que utilizan la disertación en lugar del comentario de texto, esta cuestión sí tiene más importancia. De todas formas, nosotros sí intentaremos fomentar esta tarea a través de debates orales y disertaciones escritas sobre las cuestiones que vayan apareciendo en el programa o que vayáis proponiendo.

Por otro lado, la costumbre del aprendizaje a través del libro de texto o la clase magistral nos da la apariencia de que el conocimiento es algo asentado y fijo que se transmite de generación en generación. Pero, por el contrario, el conocimiento es algo colectivo que se va reelaborando constantemente, gracias precisamente a que muchas personas se han planteado y se plantean esta cuestión: ¿Y yo qué pienso al respecto?

Educar es también transmitir los contenidos de nuestra tradición cultural. Este curso, por ejemplo, recorreremos la tradición de la filosofía occidental, sus principales corrientes y teorías. Pero no debemos ver la tradición como un objeto de veneración o de respeto sumiso. Debemos ser irrespetuosos con ella, cuestionarla. Muchas veces me decís: "Si eso lo ha dicho Platón, ¿qué le voy a criticar yo?". Pues, lo principal probablemente que nos enseñó Platón en sus diálogos es el cuestionamiento de cualquier verdad, venga de la tradición o de cualquier dogma religioso o político. En sus diálogos, Sócrates cuestionaba a aquellos que parecían tener la verdad sobre algunos asuntos; y, a su vez, sus discípulos le ponían en ocasiones en apuros acerca de sus argumentos.

Así que, para concluir, ¿y vosotros y vosotras qué pensáis de todo esto?